(Margaret Durow) |
IX
Vi crecer el poema
desde su infancia
Lo vi arrojar piedras
despiadado
Lo escuché decir palabras soeces
y vomitar todos los versos del mundo.
Entonces se arrojó al mar
como muchos poetas hacen.
Gobierna cada estrofa que escribo
Se pasea por todos los idiomas
-habla cada uno de ellos-
y nos comunicamos
A través del aire, de la tierra, del fuego
nos entrega la sustancia eterna
de la que nos alimentamos.
Aunque a veces golpea duro
Nos presenta el mundo
y lo que hay más allá de él
Y baila de manera frenética
Entre los versos que escribimos.
Por eso, vi el poema/ inmortal
sin edad ni signos de vejez
Burlándose de todos los poetas del mundo
-de ti y de mí-
De aquellos que buscan su musa
sin saber que es él quien los gobierna a todos.
*
Arco-iris
Vivir en un soliloquio
En pleno verano cuando las trampas
cabalgan con ganas de juerga…
-Que ese verso es extraño- dicen los expertos
y no importa porque ya nada importa
O importa poco de lo que debiera importar
el uso de los verbos como niños que juegan en el recreo
/Y persiguen la estela que deja un colibrí
-una sonrisa detrás de los ojos-
Porque pensándolo bien sí importa
Para poder ser colibrí o arco iris o sonrisa
primero hay que cabalgar largo rato en valles desconocidos
y encontrar la paradoja de lo que es la vida
O su parte más eufórica llamada felicidad.
Eduardo Salazar (Mérida, 1986). Estudiante de Literatura Hispanoamericana y Venezolana en la Universidad de los Andes. Ganador del concurso de poesía Digecex de la Universidad de los Andes, 2015. Participante del Proyecto audiovisual Altavoz. Poemas publicados en Canibalismos. Blog: poesaliteraturayalgoms.blogspot.com
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