Tres poemas de Julio Tizzani

(Elicia Edijanto)


Seguí una hilera de hormigas que me llevaron hasta el bosque Aokigahara. Al principio quería ir sobre la espalda de mi madre, a la que robe el puñado de cruces para protegerme del asedio de las brujas. Caminé siguiendo los pasos de mis pasos. Me transformé en árbol y me aplaudieron. Me talaron para que mi memoria no se esparciera ni nunca nadie vuelva a ver mis rasgos o mis gestos. Mis manos son raíces que con torpeza resquebrajaron la tierra.  Mis manos con torpeza reclaman la soga. A mi madre le pedí la herencia, se acercó a mi oído y me susurró que la sumisión es un arma, me dio la espalda y antes de morir me bendijo con veneno. Este bosque es mi herida, un sangrado de epitafios. Ahora me preguntas quién se ha llevado nuestra casa. Tengo la misma edad que tú mamá. Ayúdame a despertar de esta muerte que siento. Venimos de una estirpe que se niega a salir del ritual de la sequedad. Y que tiene la palabra divorcio en la punta de la lengua.


*

Hay vivos que deletrean, hay vivos que hablan tuteándose y
Hay muertos que nos tutean,
Pero uno no sabe nada.
En la mayoría de los casos, uno no sabe nada.
Juan Sánchez Peláez


Tengo dos semillas que me dio mi padre
Las guardo debajo de mis párpados
Van en sentido retrógrado hasta volverse una célula imprecisa
He sido obligado a respirar despacio
a torcerle el décimo tercero lazo a la muerte
Mi soledad es un mundo de pájaros
Tengo la tercera costilla rota
La atmósfera me aplasta
La delgadez me acuna
La inmortalidad no se ha llevado mi memoria
Mi raza esta diluida en pena
El hilo de mi descendencia me sigue desde lejos
Nací en aquelarre
Leche negra me fortificó
No hago más que gritar augurios
No puedo caminar erguido, no puedo
Mi hermana fue concebida en luna menguante
Mientras a mí me criaban los lobos
Mi sendero no es claro, está tibio
y la sumisión me congela.


*

Kumiko

Observa el tránsito en una cuidad constipada
un ser aleatorio que mendiga
puesta la crudeza sobre la mesa
¡Kumiko! mi amiga Kumiko me saluda desde su altar
es necesario existir a tientas
todo será precario para la venganza
nada estará perdido
si permanecemos muertos.


Julio Tizzani (Falcón 1990). Médico cirujano residente de anestesia. Ganador del tercer lugar del Concurso de Microcuentos del diario venezolano Nuevo Día. Ha participado en numerosos recitales poéticos en Venezuela.

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