I, por Mar Guerrero


¡Ah! El infinito egoísmo de la adolescencia 
el optimismo estudioso: ¡Cuan lleno de 
flores estaba el mundo ese verano! Los 
aires y las formas muriendo… 
Arthur Rimbaud


I
Ven.
Ven, el cielo ha aceptado su derrota.
Ven, mi alma se mece entre los árboles.
Ven, es verdad que estoy hecha de hogueras.
Ven, hombre de tiza, deja que la lluvia te borre conmigo.
Tengo una voz atorada en los párpados y no se cansa de pedir auxilio.
Viene tu cabellera y es multiforme.

 Las nubes son tan frágiles.

Escribo porque tus gritos se han vuelto cicatrices, escucha cómo crepita lo que escribo, ¡Ay! siento el cuerpo como una antorcha, este es mi primer abismo, tejo las calles con mi soledad, es tan triste. ¡Ay! Tengo los ojos vacíos dispuestos a llenarse de atardeceres. ¡Ay! El aire se está llenando de ojos, ojos que brillan desnudos por la noche. Me rodean las paredes rotas, los bares sucios, hombres ojerosos, restos de comida, ven, conserva en un frasco lo que soy ahora, no te demores en guardar mis pálidos muslos, arrástrame a casa como quien atraviesa el vacío. Ven, el tiempo me ha vencido, tengo la boca llena de flores secas, me persiguen formas inauditas, cierro los ojos para agradecer, se abren y cierran las ventanas, estoy sola, estoy sola esta noche, sola y temblorosa, sola y dentro de todos los seres, estoy sola, nada pasa. Tengo el cuerpo tendido por pedazos en los ojos que frecuentas, no te recito a ti, sino a tu silencio, te guardé un lugar en los agujeros de mis ojos para que duermas tranquilo, me basta morir un poco para transformarme en luz, para correr como el agua por las calles angostas, ¡Ay! necesito estar muerta para volver, ¡Ay! he muerto cada vez que escribo. ¡Ay! he salido a la calle conmigo dentro. ¡Ay! sólo basta morir para sentirme viva. ¡Ay! no sé cuándo he sido verdaderamente humana, es tan triste morir, mi niño, es tan triste morir. ¡Ay! soy el soldado que canta a tu oído en las noches de guerra, ha sobrevivido mi sombra, me he aferrado a la insignificancia de tu cabellera despeinada, me he arrojado al mundo. Soy el soldado que canta, soy el soldado que no calla y que duerme, soy el soldado hundido en su propio retrato, soy el soldado desnudo. Soy el soldado descalzo, soy un soldado y me llamo María, me arranco los ojos, ¡Ay! tal vez la muerte sean campanas, latidos que perforan mis pechos. ¡Ay! la muerte es la pérdida. ¡Ay! la muerte eres tú, y soy yo la revolución, y los gestos.

Abro la noche.
Pinto la noche.

Ven. Niño dormido.
Ven. De mi memoria te alejas.
Ven. El cielo está dentro de mi canto.
Ven. Atraviesa el olvido.
Ven, hombre de tiza, tengo los oídos gastados por la demora.


Mar Guerrero (1992). Cursante de Letras: Mención Lenguas y Literatura Clásica en la Universidad de Los Andes – Venezuela. Aficionada de la fotografía. Se dedicó a la poesía desde muy pequeña gracias a que la literatura le salvó la vida desde el primer momento. Participó del “IV Encuentro Literario de Jóvenes Creadores” Edición Mérida 2015, en calidad de escritor y fue ganadora del primer lugar en la modalidad poesía del XXV Concurso Anual de Creación Literaria “Cuento, Ensayo y Poesía”. Actualmente reside en Buenos Aires.

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